viernes, diciembre 19, 2008

La misma porquería...

La criatura ronroneaba de deseo de nuevo y parecía inofensiva ante su voz y su mirada.
Cautelosa se acercaba desde la obscuridad devorando recuerdos y los nervios que poco a poco olvidaría.

Él se cuestionaba como podía dejar que las cosas surgieran de esa manera, con tan poco interés. Se preguntaba como aguantaría el dolor que lo consumiría hasta el final. La criatura comenzaba a mostrarse perfectamente formada de sombras en las que podía confiar. -"Y eso será todo"-, pensaba él agazapándose contra la pared de una manera poco poética para la situación final.

-Puedes cerrar los ojos, si lo deseas así-, vociferó aquella extraña masa de formas y humo interminable, y con una profunda tristeza agrego: -Pero no puedo posponerlo más.-

Él hombre no podía pensar siquiera en lo que podía sentir o dejar de sentir, no podía ni siquiera recordar el tacto del suelo donde estaba posado, no podía pedir perdón por los pecados no cometidos, o apreciar la sombra de sus párpados sobre los ojos.

Donde se encontraba y por que estaba ahí ya no le parecían un misterio, sabía el desde el principio y aunque muy en el fondo, que aquella entidad llegaría a robarle su libertad, su decisión. Que se posesionaría de él lenta y dolorosamente como una mala hierba al joven árbol en crecimiento, penetrando en la corteza de su corazón y fundiéndose con sus raíces de cordura, consumiéndolo eternamente.

Una de las extremidades de la criatura finalmente alcanzo el tobillo de aquel hombre asustado que esperaba sentir un inmenso frío, un vacío doloroso como la pérdida. Para su sorpresa en el lugar donde había sido tocado por la sombra un calor dulzón y empalagoso se cernía sobre el y lo renovaba como el viento de otoño.

El cuerpo del hombre se estremeció pero esta vez de placer, un placer inocente, en cuanto los colores, los olores y las esencias se presentaban ante él y se postraban a sus pies, humildes, ante tanta belleza. La sombra seguía fusionándose en su piel y cada respiración se le antojaba más real, como un flujo constante de vida que recorría cada centímetro de su ser.

Todas las sensaciones agradables y unas cuantas desconocidas y familiares al mismo tiempo lo embargaban en un momento eterno de vida y felicidad.
La sombra casi desaparecía en su interior llenándolo de ligereza en el alma, en los sueños.

El hombre comenzaba a entender, y a dejar de temer. Comenzaba a aceptar la situación en la que nunca imagino encontrarse en tan perfecto estado...
Aquél hombre, estaba enamorado.



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La gran persona regresó.

4 comentarios:

tOnYtO dijo...

Buen blog. Saludos!

Agata dijo...

Enamorarse es genial...Y este relato es DIVINO.

tOnYtO dijo...

¿Enamorarse es genial? Creo que opino diferente. Pero bueno, viniendo de una persona que ve al amor como un tipo de instinto retorcido no es algo tan objetivo. O tal vez de lo mas objetivo.

Saludos.

Morrigan. dijo...

Pero que se sentirá? xDDD
Es pura ficción... ficción de la buena =)