jueves, octubre 11, 2007

Ha regresado.

Otra vez me encuentro acompañada de pensamientos amargos.
Otra vez regreso la idea.

Cuanta gente, cuantas mentes, cuantos problemas. No entiendo, sólo por que no quiero. Me niego a recibir ayuda y no me importan las explicaciones.
He vuelto a mis vicios, gracias a una simple idea. Todo lo que era desechable, fue reciclado y regresó.
El encierro es el escape en estos tiempos y el aislamiento la forma de sobrevivir. Chamarras y mangas largas como si estuviéramos en invierno. Rayas por doquier con una ilusión de grafomanía. Adicción la pluma y al papel. Dibujos sin sentido tan profundos.
Pinto mis uñas por que mi ojos no sirven y corto mi cabello por que el dolor pesa en mis hombros. Defiendo mi rostro tras unos lentes de armazón grueso y un aparato para los dientes. Me escondo de la ausencia tras las páginas de un libro. Coloreo rostros para no perderme en la conversación. Escucho, para no pensar en mí. Me vuelvo egoísta cuando me siento sola entre tanta gente.
Por que ahora todo lo que antes curaba se vuelve dañino para mí. Todo. Por una tonta idea.

Las notas tan sencillas de esa canción a piano, se vuelven simples y molestas, como ruidos sin sentido. Y lo que era necesario llega después del silencio, donde el ruido se vuelve eterno. Cuando ya nada de lo que dices está equivocado, pero no tiene sentido. ¿Por qué?
Por una idea.

La idea que se vuelve fuerte cuanto más trato de evadirla. No quiero que permanezca, pero ya ganó, sólo pospuse lo inevitable. Pero para una idea no son suficientes las palabras.
Las ideas requieren de acciones y resultados.

No sirve de nada oponerse.
Si enciendo la luz, la sombra sólo se volverá más obscura.
Si no pienso en eso, no llevaré la cuenta. Un mes y Diez años, tiene que ser suficiente.