domingo, agosto 05, 2007

Todo cruel.


"Condenado a muerte"

En sus manos sostenía algo. Había pedazos de cristal regados en el piso, parte de lo que alguna vez había sido un hermoso florero. Aún no comenzaba a llover y había inmensas nubes grises surcando el cielo, amenazantes y seductoras, que perpetuaban el crimen cometido. Curiosamente a ella le no le desagrada ese clima. El silencio fue interrumpido por el sonido del portón abriéndose en el patio. Sin siquiera pensarlo, se levanto del banco y cerró la puerta de la habitación con llave, pues no quería evitar miradas curiosas y largos sermones. Sin tener mucho cuidado por los cristales se sentó en el suelo, apoyándose en la puerta. Estiró su brazo y encontró de nuevo el ramo. Crujía cada vez que lo tocaba y si no tenía cuidado las flores caían al suelo. Si las apretaba con la mano se hacían polvo y ya no tenían esos colores brillantes. El olor se había desvanecido también.

No sabía muy bien por que estaba tan enojada, tan atormentada. Directamente ella lo había ocasionado. Se apoyo en las manos para levantarse y con un trozo de vidrio se cortó. No se dio cuenta, pues el dolor no le importaba ya. Ella solamente quería retroceder el tiempo hasta antes de la masacre.

Si compraba otro ramo no sería lo mismo; serían nuevas flores y la obligarían a olvidar a aquella que la acompañaron tanto tiempo. ¿Cómo es que no se dio cuenta que las había descuidado tanto? El ramo se veía muerto pero conservaba la forma inicial, cómo para que nunca olvidara por qué lo había escogido. Se conservaba la forma para que no olvidara quién era la víctima. Le había arrebatado la vida al ramo, consumiéndolo siempre para su beneficio. Nunca le dio nada para que las flores pudieran crecer. Nunca le importó cómo se sentían.

El cadáver estaba entre sus manos, recordándole la crueldad y egoísmo con el que fue tratado. En ese momento se dio cuenta de que sus manos estaban manchadas de sangre. Sangre de ella y de la planta. Sangre de la asesina y de la víctima que fluía hasta caer al piso, junto con las demás evidencias del asesinato.

Recogió los pedazos de cristal y las partes del cuerpo que habían caído del cadáver de la planta. Cuando las miró sobre la cama, tan decididas y necias, ella se dio cuenta de que no iban a volver. Estaban muertas y no había solución como otras veces. Las lágrimas impactaron contra los pétalos. Pero nada iba a traerlas de vuelta a la vida. Todo realmente había acabado. Nunca había pensado en como iba a terminar y ya no podían volver atrás. Fue su error, pues nunca debió enamorarse del ramo. Éste ya había sido cortado y mutilado por otra persona y nunca iba a poder sentir lo mismo por alguien más. Al separarlo de la tierra fue condenado a muerte. Una muerte lenta y tortuosa. Pues la culpa era más grande que el dolor. Las flores ya no podían ofrecer nada más. Las flores murieron queriéndola y culpándose por el crimen. Ella las asesinó amándolas y recordándolas para siempre.



Pero bueno, si mi vida no es un cuento, puedo hacer cuentos de mi vida. <-- eso lo dije yo, no me lo roben.

Saluditos.