martes, julio 31, 2007

Nada que ver con nada.

"Felicidad"

En el cuarto se sentía un ambiente contaminado, frío pero asfixiante cómo si el último suspiro te fuera arrebatado. Sólo había dos personas en la habitación. Había una tercera presencia, junto al televisor, pero no era humana, no era animal, parecía solo la sombra de un sentimiento. Tomás seguía hablando con una voz tranquila, que no reflejaba ningún estado de animo. Hacía 7 minutos que Francisco había dejado de prestarle atención, pues la voz inexpresiva de Tomás lo exasperaba. Durante 4 años habían compartido esa habitación y el resto del departamento y después de 11 meses compartieron también sus corazones. Celos, inseguridades, peleas, nunca habían tocado ese hogar, nunca se habían materializado en esa relación.
Francisco ahora observaba la cara de Tomás, sus bellas facciones le recordaban por que se había enamorado de él. En la mente de Francisco se formo el recuerdo de la primera vez que hablaron, ahí con los compañeros, junto al monumento a Jorge Camacho. Entre las bellas y largas manos de Tomás se encontraba un libro y Francisco reconoció la portada, se acerco y comenzaron a charlar sobre el libro y de quien lo había escrito. Su segundo encuentro fue una suerte pues los dos buscaban un departamento en el centro de la ciudad y acordaron que vivirían juntos. Francisco y Tomás estaban hecho el uno para el otro. El recuerdo se interrumpió.
Tomás había dejado de hablar y miraba a los ojos de Francisco buscando una respuesta que no sería otorgada pues él no escuchó la pregunta. De los ojos de Tomás brotaron sólo 3 lágrimas.
Francisco se sentó en sofá justo enfrente de la presencia que poco a poco se acercaba a el. Tomás se encontraba ahora junto al librero pues el sofá estaba invadido por un profundo abismo de depresión cuando un discurso llego a su mente y no fue capaz de controlar las palabras que salían de su boca.
Sólo que esta vez, gritaba con furia lo que su mente le aconsejaba.
-¿Por qué no lo entiendes? No soy suficiente para tí. ¡Nunca te he podido dar lo que quieres! Se perfectamente que está mal, yo tengo la culpa. Te estoy haciendo sufrir, ¡entiendelo por favor! no puedo ofrecerte lo que tu me das.
Francisco levantó la vista y observo cómo Tomás lo miraba con angustia. -Yo nunca te pedí nada, estoy bien, no te hagas problema.-
-Siempre te dije que no te encariñaras conmigo, yo sabía que sólo te iba a joder. No te puedo querer como tu lo haces.
-Lo hice y no me arrepiento.- Calmadamente respondió Francisco
-No te quiero lastimar, pero parece que inconscientemente lo hago, No puedo estar contigo de la manera en que lo mereces!.- dijo Tomás.
-No te lo pedí y no te voy a insistir si me dejás atrás. Sabes lo que quiero y no necesito nada más. Quiero que estés bien tú. Amar es anteponer las necesidades del amado. Te quiero y con eso me basta.
-¿¡¿ES QUÉ NO QUIERES SER FELIZ?!?

Tomando el ejemplo de Tomás se levanto del sofá y se dirigió hacía la sombra que se encontraba ahora junto a la lampara. La encendió y el y la sombra se fusionaron en un lamento. ¿Que más podría ser la felicidad que una ilusión? Francisco decidió que no necesitaba más sueños.
La voz de Francisco sonó al mismo tiempo que la voz de la sombra.
-¿Para que quiero ser feliz?.-